Buenos días Sr. Auditor

A Alfonso Barriga no le cuesta trabajo levantarse por las mañanas, todo lo contrario, lo que le cuesta trabajo es tener los ojos cerrados hasta que suena su alarma a las seis de la mañana. En su cabeza no paran de revolotear las cifras. Después de bañarse, trajearse y tomar los documentos de sus clientes más importantes, se dirige al trabajo.

Como todos los días el señor Barriga se sienta en su escritorio y comienza a catalogar en archivos toda la información contable de sus clientes. Poco a poco, mientras las horas pasan y el café se enfría, revisa que todo esté bajo los finos lineamientos de las normas contables. El Sr. Barriga es el mejor auditor de la oficina.

A pesar de ser ágil con los números, Alfonso Barriga siempre ha sido muy torpe con las mujeres y cuando Ángela se acerca a su escritorio para preguntarle cómo redactar el informe de conclusión de auditoría, se pone muy nervioso y le tira el café (por suerte, frío) en el escote.

Pobre Sr. Barriga, si sus movimientos fueran más precisos, quizás como aquellos que están reflejados en los libros contables de las empresas de sus clientes sus noches serían diferentes. Tal vez, por primera vez, al Sr. Barriga le costaría trabajo levantarse por las mañanas.